Un cuento de
Navidad
por Paulo Coelho
Siempre esta viva la fe en el corazón
de los hombres...
Dijo el sacerdote
al ver la iglesia llena.
Eran obreros del barrio más pobre de Rio de Janeiro,
reunidos esa noche con un solo objetivo común:
la misa de navidad.
Se sintió muy confortado.
Con paso digno, llego al centro del altar.
a, b, c, d,...
Era, al parecer, un niño
el que perturbaba
la solemnidad del oficio.
Los asistentes se volvieron
hacia atrás, algo molestos.
a, b, c, d,...
¡Para! - dijo el cura.
El niño pareció despertarse de un trance.
Lanzo una mirada temerosa a su alrededor
y su rostro enrojeció de vergüenza.
¿Que haces?
¿No ves que perturbas nuestras oraciones ?
El niño bajo la cabeza y unas lagrimas se
deslizaron por sus mejillas...
¿ Donde esta tu madre ? - insistió el cura.
¿ No te ha enseñado a seguir la misa ?
Con la cabeza baja el niño respondió:
Perdóname padre, pero yo no he
aprendido a rezar.
He crecido en la calle, sin padre ni madre.
Hoy como es navidad, tenía la necesidad
de conversar con Dios.
Pero no se cual es la lengua que EL comprende,
por eso digo solo las letras que yo se.
He pensado que, allá arriba,
EL podría tomar esas letras
y formar las palabras y las frases que le gusten.
El niño se levanto.
Me voy - dijo - .
No quiero molestar a las personas
que saben tan bien como comunicarse con Dios.
Ven conmigo - le respondió el sacerdote.
Tomo al niño por la mano y lo condujo al altar.
Después se dirigió a los fieles.
Esta noche, antes de la misa, vamos
a rezar una plegaria especial.
Vamos a dejar a Dios que escriba lo que
EL desea oír.
Cada letra corresponderá a un momento del año,
en el que lograremos hacer una acción, luchar con coraje
para realizar un sueño o decir una oración sin palabras.
Y le pediremos que ponga
en orden las letras de nuestra vida.
Vamos a pedir en nuestro corazón que esas letras
le permitan crear las palabras
y las frases que a EL le agraden.
Con los ojos cerrados, el cura
se puso a recitar el alfabeto.
Y, a su vez, toda la iglesia repitió:
a, b, c, d,...
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