Amados míos:
Como sabrán les amo
con todo mi corazon,
como siempre ha sido, veo que nos estamos acercando otra vez a la fecha en
que festejan mi nacimiento.
El pasado año, todo el mundo hizo una gran fiesta en mi honor, me da la
impresión que este año ocurrirá lo mismo.
Llevan meses haciendo compras para la ocasión y casi todos los días salen
anuncios y avisos sobre lo poco que falta para que llegue la fecha donde se
recuerda mi nacimiento. Veo que es mucho lo que preparan y aunque nunca me
recuerdan, es agradable saber que por lo menos un día del año, piensan en mí.
Hace ya mucho tiempo atrás, los hombres comprendían el porque yo vine a
este mundo y agradecían de corazón mi sacrificio en la cruz para salvarles.
Hoy en día, la mayoría de la gente apenas si sabe por qué motivo se celebra
mi cumpleaños.
Me gusta mucho que la gente se reúna en ese día y que las familias y
amistades que posiblemente ni se comunicaron en todo el año, se unan y lo
pasen bien todos juntos (aunque al otro día vuelvan alejarse de sus afectos
otra vez), me alegra sobre todo que los niños se diviertan tanto y esperen
con ansias esa fecha; pero aún así, veo que la mayor parte de las personas
no comprenden bien de qué se trata esta festividad.
Recuerdo que el año pasado, habían estado preparándose para la fiesta
durante dos meses y al llegar el día de mi cumpleaños, hicieron una gran
fiesta en mi honor.
Había
cosas deliciosas en la mesa, todo estaba decorado y había muchos regalos,
pero ¡Saben una cosa...! ni siquiera me invitaron, yo era el invitado de
honor y no se acordaron de invitarme, la fiesta supuestamente, era para mi,
yo era el homenajeado y me dejaron afuera, me cerraron la puerta... y Yo
quería compartir la mesa con ellos.
No me
sorprendí, porque los años anteriores habían sido igual y yo perdono y
siempre guardo la esperanza que todo cambiara.
Aunque no me invitaron, entre a la fiesta para ver que sucedería, nadie
advirtió siquiera mi presencia, ni se dieron cuenta de que yo estaba allí.
Estaban todos comiendo y bebiendo, riendo y divirtiéndose, cuando de pronto
se presentó un hombre gordo vestido de rojo y barba blanca postiza,
gritando:"¡jo, jo, jo! Feliz Navidad!". Parecía que había bebido de mas,
porque medio se tambaleaba, sin embargo todos le saludaban y aplaudían.
Cuando se sentó en un gran sillón, todos los niños, emocionados, se le
acercaron corriendo y diciendo: ¡Santa Claus! ¡Cómo si él fuera el
homenajeado y toda la fiesta fuera en su honor!
Al
dar las doce de la noche, todos comenzaron a abrazarse, yo extendí mis
brazos esperando que alguien me abrazara... y ¿Saben? Nadie me abrazó. De
repente empezaron a repartirse todos los regalos, uno a uno los fueron
abriendo hasta terminarse, me acerque a ver si había algo para mi, pero no
había nada.
Que
sentirían si el día de vuestro cumpleaños, los amigos hacen una fiesta y se
regalan entre ellos, sin tenerte en cuenta? Yo nunca pedí riquezas, ni
cosas caras, solo he pedido AMOR, una oración y que me dedicaran un “te amo
Jesús”.
Ya en
la madrugada, los niños todos se durmieron y el ambiente se tornó bastante
pesado; los adultos embriagados empezaron a hablar vulgaridades, chismes,
criticas y mil cosas mas.
Me
levanté y me fui, así como entre sin que nadie lo notara, de la misma forma
salí.
Ya en
la calle, camine solitario y reflexione al pasar junto a gente que dormía en
las calles:
como entre hermanos se podía permitir esto?. Porque unos tenían
tantos regalos, tanta fiesta y tanto gasto, cuando otros no solo no habían
tenido un plato de comida, si no que debían dormir al intemperie?.
Pensé
en el mejor regalo que me podían hacer a mi los hombres, haciendo bien a sus
semejantes, ayudando a los pobres, a los desprotegidos, a esos niños de la
calle o abandonados en hospitales que no conocían un regalo. Todo lo que
dieran al prójimo, a mi me lo estarían dando.
Veo
que cada año que pasa es peor. Llega mi cumpleaños y sólo piensan en la cena,
las compras, en las fiestas y de mi casi nadie se acuerda. Y pensar que yo
nací en un corral, rodeado de animales y pastores y mi cuna fue un comedero
de animales.
Quisiera que en esta Navidad me permitieran entrar en vuestros corazones,
que recordaran que hace mas de 2000 años vine a este mundo para dar la vida
por todos ustedes en la cruz para que pudieran tener salvación y vida eterna.
Desearía nacer todos los días en los corazones de los hombres y que me
permitieran morar ahí para ayudarles cada día en todas vuestras dificultades,
para que puedan palpar el gran amor que siento por todos.
“Yo
estoy llamando a la puerta, si alguien oye mi voz y abre la puerta, entraré
en su casa y cenaremos juntos".
Aquí
les mando mi invitación a mi gran fiesta, serán ustedes mis invitados de
honor en el reino de los cielos, porque vuestro nombre estará escrito en el
libro de la vida.
Confía en mí, abandónate en mí, hazme el dueño de tu vida.
Este
será el mejor regalo que me puedas dar.
Los
amo, Jesús.
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