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Navidad en Fantasía
Beleth
El hielo que cubría el Lago de Cristal se
resquebrajó en el centro y de repente miles
de fragmentos saltaron por todos lados
centelleando bajo los rayos del Sol y
formando una red de destellos entre las
facetas de los cristales de hielo. En mitad
de aquella lluvia de color, el Hada del Agua
emergió del agua helada rodeada de un
destello Aguamarina. Los animales del lago,
agradecidos por haberles librado de su
prisión de hielo, le desearon Feliz Navidad.
- ¡La Navidad! - exclamó ella llevándose las
manos a la cabeza - ¡He estado tan ocupada
haciendo nieve con el Hada del Frío que ni
me he acordado.! - Y salió volando hacia el
cielo dejando un reguero de gotas de rocío
que formaron un Arco Iris tras ella.
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Cuando llegó al Arbol de los Deseos, hogar de
todas las Hadas de Fantasía, este le deseó Feliz
Navidad y abrió su boca para que ella pudiese
entrar. Dentro todo era algarabía, el Hada Flora
había prestado su gorro en forma de árbol para
adornarlo y tras un toque de varita, el sombrero
alcanzó 2 metros. Era un pino soberbio y de
inmediato empezó a llenarse con adornos. El Hada
de la Luz sacudió un poco la Estrella Polar y
con el polvo de estrella que cayó espolvoreó el
pino de forma que empezó a resplandecer. Entre
tanto, Flora iba colgando frutas escarchadas de
las puntas de las ramas mientras que el Hada del
Fuego colgaba guirnaldas de velitas encendidas
que se reflejaban en el polvo de estrella. El
Hada del Agua también quería ayudar, así que
sacudió sus alas y el pino se llenó de gotas de
rocío, pero con el calor de las velas se empezó
a evaporar. Por suerte estaba allí Nieve, el
Hada del Frío que con un soplido congeló las
gotas de rocío de forma que ahora parecía que el
árbol estaba adornado con perlas. Cuando
terminaron en el interior, salieron y se
dispusieron a adornar al Árbol de los Deseos. No
pusieron tantos adornos, ya que el Árbol de los
Deseos era un venerable anciano y debía guardar
la compostura, pero sí lo suficientes como para
darle un aspecto de alegría.
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Después, cada una salió corriendo a desear Feliz
Navidad a todo el mundo. El Hada del Fuego fue
casa por casa y chimenea por chimenea
felicitando a los habitantes que en ellas viven:
las Llamas. Estos pequeños y juguetones seres
saltarines recibieron con mucha alegría las
felicitaciones y daban salto y hacían cabriolas
en sus chimeneas. El Hada del Frío se fue a los
Parajes Siempre Helados a felicitar a los
Hombres de Nieve, seres formados por enormes
bolas de nieve redonda y que tienen una
zanahoria por nariz. Cuando llegó, estaban
enzarzados en una divertida guerra de bolas de
nieve. Es curioso como, para evitar que les
alcance una bola de nieve y queden eliminados,
se dividen en tres bolas de diferente tamaño y
empiezan a rodar por el suelo. El problema es
que a veces cada bola se va por su lado y les
cuesta un poco encontrarse. Flora fue a ver a
todos los árboles del bosque para deserales
Feliz Navidad, y cuando terminó, se fue al Prado
del Color y visitó a cada una de las flores que
en ese momento, por ser invierno, se encontraban
en sus casas bajo tierra a la espera de que
llegase el Hada Primavera y les dijese que ya
podían salir. El Hada de los Sueños entró en los
sueños de todos los niños del mundo y les contó
los más deliciosos cuentos que podáis imaginar.
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Todo el mundo era feliz porque era Navidad en
Fantasía. ¿Todo el mundo? No. Había alguien a
quien todo eso le aburría. Alguien de corazón
frío, se trataba de Invierno. De las cuatro
estaciones, Invierno era sin duda el que peor
llevaba su trabajo. Después de todo siempre era
lo mismo, todo era gris, aburrido y monótono.
Envidiaba a sus otros compañeros, deseaba la
algaravía de Verano, cuya aparición significaba
el comienzo de la diversión. Se moría de envidia
cuando veía a Primavera dar vida a los seres
vivos, sobre todo cuando él pensaba que sólo
podía matar y dormir a los animales y plantas.
Por otro lado Otoño era demasiado melancólico e
Invierno no podía soportar que Otoño fuese la
estación más romántica. Ese día, Invierno estaba
especialmente harto de todo. Tanto que decidió
irse y le dijo a sus compañeros: - Haced lo que
queráis con mi estación, yo ya estoy aburrido. -
Y dicho esto se fue a pasear por la Constelación
del Cisne.
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Las otras estaciones comenzaron a discutir
acaloradamente. No se ponían de acuerdo en quién
debería ser el que suplantase a Invierno.
Finalmente, después de mucho discutir,
decidieron que lo mejor sería que se turnasen,
que cada día se encargase uno. Lo echaron a
suertes y le tocó empezar a Verano. Al día
siguiente salió un Sol espléndido y abrasador.
Hacía tanto calor que todo el mundo tuvo que
apagar los fuegos y quitarse las bufandas.
Aquello supuso un desastre para las Llamas,
quienes se vieron sin hogar en unas fechas que
siempre habían sido buenas. Además, como todo
estaba mojado no podían irse a ningún otro lugar.
Pero lo peor fue cuando el calor empezó a fundir
la nieve. Los Hombres de Nieve no sabían que
hacer porque, si la situación seguía así
acabarían derretidos. Aquello les había cogido
por sorpresa y no les daba tiempo de llegar
hasta las Montañas Eternas, donde solían pasar
la temporada cálida ya que allí siempre hacía
frío. Nieve, el Hada del Frío tuvo que hacer
grandes esfuerzos para mantener a los Hombres de
Nieve con vida. Cuando todo el mundo estaba
desorientado con aquel cambio le tocó el turno a
Primavera. Ella recorrió los bosques y las
praderas despertando a las flores y las hojas.
Pero las pobres flores al salir y encontrarse
rodeadas de nieve se empezaron a helar de frío,
Flora no sabía que hacer para remediarlo. Pero
el colmo fue cuando Otoño llegó e hizo caer las
hojas de los árboles. La caída de la hoja es un
duro golpe que los árboles soportan todos los
años, y no se habían acabado de reponer ese año
cuando se les volvieron a caer las hojas. Todo
el bosque estaba triste.
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Esa noche las Hadas se reunieron en consejo de
emergencia. Había que hacer algo o de lo
contrario ese año las Navidades serían un
desastre. Decidieron que fuese Rocío, el Hada
del Agua la que fuese a hablar con las
estaciones para averiguar lo que estaba pasando.
Rocío voló y voló hasta la Torre del Tiempo,
donde las Estaciones tenían su morada. Se
sorprendió mucho al ver a Verano sentado en el
trono, ya que ahí sólo se sentaba la estación
que regía en aquel momento. Rocío se acercó a
Verano y respetuosamente le preguntó por qué las
estaciones habían alterado su orden. Verano le
contó lo que le sucedía a Invierno. Rocío
comprendió al pobre Invierno y fue en su
búsqueda.
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Cuando llegó ante él, lo encontró leyendo un
libro a la luz de una estrella. Estaba recostado
en la Luna que en ese momento tenía forma de
cuna. - Hola Invierno - saludó Rocío. - Hola -
dijo Invierno fríamente. - ¿Qué quieres? -
Entonces Rocío le contó todo lo que estaba
sucediendo a causa de su ausencia. Pero a
Invierno todo aquello no le importaba,
necesitaba de algo que le alegrase la vida.
Rocío pensó y pensó, hasta que por fin se le
ocurrió: - ¡ La Navidad ! - exclamó. - ¡Tú
tienes la Navidad! - Sí y qué. - contestó
Invierno indiferente. - Si contestas así es
porque nunca has sentido la Navidad, es un
tiempo de perdón y de fraternidad, de olvidar
las diferencias con los demás. Es la época más
alegre del año y tú dices que tu estación es
aburrida, prueba a vivir la Navidad y verás -. E
Invierno hizo caso del Hada del Agua. Volvió a
la Torre del Tiempo y vivió en fraternidad con
las otras Estaciones olvidando todas las
envidias que había arrastrado toda su vida. Y
ese año le gustó tanto la Navidad que a partir
de entonces Invierno siempre espera con
entusiasmo su turno para poder adornarlo todo
con la nieve y disponerlo para la Navidad.
Beleth
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