Versículo 9
Este proverbio es semejante, a
primera vista, al del v. 1, pero hay
entre ellos una notable diferencia.
El sentido aquí es que, si los
hombres planean su camino de forma
que tengan por objetivo supremo la
gloria de Dios y por norma cotidiana
su santa ley, pueden esperar que
Dios dirija sus pasos por su
Espíritu y su gracia, de forma que
no equivoquen el camino ni dejen de
llegar a su destino (comp. 1 Ts.
3:11).
Versículo 10
El proverbio admite la fonna de un
precepto para los reyes y los
jueces, a fin de que emitan sus
preceptos y veredictos como algo
sagrado, pues sagrado es el oficio
para el que fueron ungidos. De ahí
que han de tener sumo cuidado a fin
de no violar la justicia en sus
pronunciamientos, pues entonces su
boca cometería' transgresión' (lit.)
en el sentido técnico que tiene en
Lv. 5:15 sobre 'el uso impropio
-dice Cohen, de algo que ha sido
dedicado al santuario. El juicio es
de Dios (Dt. 1:17) y por tanto, en
la categoría de lo santo; en
consecuencia, la violación de la
justicia es sacrilegio'.
Versículo 11
Este proverbio, según Cohen, es mal
interpretado por los modernos
expositores que ven en él una
apelación a la justicia en el uso de
pesas y medidas en el comercio
ordinario. El texto dice
literalmente: «Balanza y platillo de
justicia (hebr. mishpat, no tsédek)
son de Yahweh; todas las pesas de la
bolsa son obra suya». No se trata de
transacciones entre particulares,
sino de la obligación de los reyes
de hacer justicia, pues es cosa
sagrada; el juicio es de Dios; bajo
la imagen de la balanza y los pesos,
se expresa la idea de que Dios ha
fijado las normas de todo juicio
justo y no está al arbitrio de los
reyes y jueces el fabricarlas a su
capricho para usarlas en el juicio.
Versículo 12
Siguiendo con el pensamiento de que
el oficio del rey es sagrado, vemos
ahora que el hacer lo que no es
justo es malo en todos, pero en los
reyes es una abominación(V. lo dicho
en el v. 5). En cambio, la justicia
es el mejor medio para afianzar el
trono (comp. 25:5; 29:14).
Versículo 13
Todo buen gobernante ama la
sinceridad y la rectitud, por lo que
le conviene poner en puestos de
autoridad a hombres que hablan lo
recto, pues no hay peores ayudantes
en el gobierno que los parásitos y
los aduladores.
Versículos 14-15
Estos dos vv. muestran el poder de
los reyes, el cual siempre suele ser
grande, pero especialmente en los
países del antiguo oriente, en los
que gobernaban de forma absoluta, y
aun arbitraria y despótica. Dichosos
los pueblos en que la prerrogativa
del príncipe no daña a la libertad
del súbdito. Por eso, se da aquí
mucha importancia a los efectos,
tanto de la ira como de la
benevolencia del rey, así como al
buen servicio que una palabra sabia
puede realizar para aplacar la ira
del rey (V. 1 S. 19:6). Se menciona
como bendición especial a la lluvia
tardía porque, al caer en primavera,
aseguraba la madurez de los
productos del campo.
Versículo 16
La sabiduría celestial se ha de
apreciar más que la riqueza
material. La gracia es más valiosa
que el oro, pues la gracia es don
sobrenatural de Dios, mientras que
el oro procede de la providencia
común. La gracia es para el alma y
para la eternidad, mientras que el
oro es para el cuerpo y para el
tiempo. La gracia nos sostiene en la
hora de la muerte, cuando el oro no
nos puede hacer ya ningún bien.
Hay vanidad y sacudir al aire en la
obtención del oro, pero gozo y
satisfacción de espíritu en la
adquisición de la sabiduría.
Versículo 17
El camino (hebr. mesilath, camino
real, bien construido y libre de
obstáculos) de los rectos es
asequible a los que se apartan del
mal (éste es el sentido), pues está
señalado por Dios y hollado por los
justos que nos han precedido. Y todo
el que tiene interés en preservar su
vida, no camina a la ventura, sino
que busca el camino real del que se
habla en la primera parte.
Versículo 18
Cuanto más alto se sube el altivo,
mayor es la caída que sufre. Dios,
en su justicia, abate hasta el suelo
a quienes han querido subir hasta el
cielo. Faraón, Senaquerib,
Nabucodonosor, Herodes, son ejemplos
de esto. Cuando los altivos se ponen
a desafiar a Dios, su caída está a
las puertas. No temamos, pues el
orgullo ajeno, sino temamos
grandemente caer nosotros mismos en
el orgullo.
Versículo 19
La humildad nos obtiene el favor de
Dios y nos preserva de muchas
tentaciones, lo cual es mejor que
repartirse los despojos con los
soberbios. La frase tuvo en un
principio un tono militar (V. Gn.
49:27; Ex. 15:9), pero después se
aplicó -dice Cohen- al
enriquecimiento de los fuertes a
expensas de los débiles.
Esto es lo que significa en el caso
presente.
Versículo 20
La prudencia se granjea el respeto y
la estima de los hombres, y el éxito
en los asuntos de cada día; pero
todavía son mayores los beneficios
que reporta la piedad.
Téngase, sin embargo, en cuenta que
ambas cosas no se contraponen en
este proverbio, sino que más bien se
unen.
Versículo 21
Los que poseen sabiduría sólida,
reciben también el crédito y el
prestigio que la acompañan. La
dulzura de labios es un complemento
muy deseable de la discreción, a fin
de que el tenido por prudente pueda
ejercer su influencia de modo
extenso y efectivo. El mejor modo de
hacer aceptable una enseñanza o una
respuesta es hacerla en tono suave y
con palabras esmeradamente
escogidas.
Versículo 22
El sentido de este versículo, del
que depende su apropiada
interpretación, es el siguiente: la
prudencia (hebr. sékhel, variante
del haskel de 1:3) es fuente de
vida, de dicha, de prosperidad, de
vitalidad espiritual, mientras que
la necedad es la disciplina (es
decir, el castigo; hebr. musar) de
los necios, puesto que les priva de
la fuente de vida que constituye la
dicha de los prudentes.
Versículo 23
Cuando hay sabiduría en el corazón,
hay también discreción en los
labios, añadiendo a la calidad de la
enseñanza la capacidad para
transmitirla persuasivamente a
otros.
Versículo 24
De nuevo se insiste en la eficacia
persuasiva de la suavidad en el
hablar, es decir, en el empleo de
palabras agradables; más aún, cuando
se basan en la palabra de Dios, cuya
dulzura pudo aprender Salomón de las
enseñanzas de su padre David (V.
Sal. 19:10). Hay muchas cosas
agradables que no son provechosas,
pero estas palabras suaves son
dulzura para el alma (aquí la parte
espiritual del hombre) y medicina
para los huesos, para toda la
estructura corpórea.
Versículo 25
Este proverbio es repetición de
14:12. El hecho de que se repita
también de varias formas en otros
lugares nos da idea de la
importancia que para Salomón (y para
el Espíritu Santo) tiene la
enseñanza que en él se nos imparte.
Versículo 26
El proverbio parece decir que el
hombre trabaja para ganarse así el
sustento y satisfacer el hambre.
Como este sentido parece demasiado
elemental para ser incluido entre
proverbios de sabiduría, los rabinos
buscan explicaciones más profundas,
entre las que destaca la que Cohen
cita de Gerondi: 'A veces, el alma (lit.)
del que trabaja, trabaja para él, es
decir, para su cuerpo, lo contrario
del hombre sabio, quien trabaja para
su alma'. Así, empalmaría con el v.
anterior, donde se expone el caso
general de lo que 'le parece derecho
a un hombre', pero al final se da
cuenta que, tras tanto trabajar, 'ha
gastado vanamente sus días, olvidado
de su Hacedor y preocupado
únicamente de satisfacer las
necesidades de su cuerpo'.
Versículos 27-28
Hay quienes no sólo son viciosos en
sí mismos, sino despectivos y
dañinos para los demás , siendo así
los peores. «Excava el mal», dice a
la letra el texto, como se cava una
fosa para hacer caer en ella a una
persona (en este sentido se usa el
verbo en Salmos); en sus labios hay
llama de fuego (mejor, un fuego
abrasador) pues, con su maldad,
abrasa todo cuanto tocan sus labios,
especialmente la reputación del
prójimo, como se insinúa en el v.
28.
Versículos 29-30
Aquí tenemos otros malos efectos de
los malos labios. La adulación (v.
29), mediante la cual el malvado
trata de atraer a otros para que
sean sus cómplices en el mal (comp.
1:10 y ss. ). En el extremo opuesto,
otro pecado de los labios sin decir
una palabra, frunciéndolos, es
decir, apretándolos. 'El verbo -dice
Cohen - se usa en conexión con los
ojos en 6:13; 10:10, una expresión
callada que, sin embargo, habla más
que las palabras'. Lo del 'guiñar
los ojos' como gesto de perversidad
lo vimos ya en 6:13 y ss.
Versículo 31
El honor y respeto a los ancianos es
algo característico en la Biblia, en
contraste con el desprecio que a los
ancianos sentían los pueblos paganos
(V. Lv. 19:32). Aquí se nos dice que
las canas son corona de honor si se
hallan en el camino de justicia. En
efecto, la verdadera gloria de la
ancianidad es la gracia; el anciano
malvado pierde el derecho a ser
respetado, pues ha dejado que su
corona fuese arrojada al fango.
Versículo 32
Abundando en un tema ya conocido, se
insiste en los beneficios que
reporta ser tardo en airarse, pues
denota dominio de sí mismo, que es
la corona del fruto del Espíritu
Santo (V. Gá. 5:23). Dominarse a sí
mismo cuesta más, y tiene mayor
valor, que dominar por la fuerza a
otros. El más humilde de los hijos
de Dios puede así ser más grande, y
digno de mayor honor, que Alejandro
Magno, Julio César o Napoleón
Bonaparte. El dominio de sí mismo
requiere mayor sabiduría y fuerza de
voluntad y, al mismo tiempo, no
tiene necesidad de sacrificar vidas
ajenas ni bienes ajenos.
Versículo 33
Se menciona aquí un método de echar
suertes que era frecuente en el
antiguo Israel cuando se había de
tomar una decisión importante, la
cual se consideraba así hecha por
Dios (comp. Hch. 1:26). En un
pliegue del vestido (comp. 6:27) se
depositaban las dos suertes, y la
primera que se sacaba era la que
decidía. Esto venía a significar que
nada ocurre por casualidad ni es
determinado por el ciego destino,
sino que todo es determinado, de un
modo u otro, por el consejo y la
voluntad de Dios. Todas las
disposiciones de la Providencia con
respecto a nuestros asuntos han de
ser consideradas como efectos del
amor de nuestro Padre Celestial, el
cual lo dirige todo para su gloria y
para nuestro bien.