El vino
y el licor se entran suaves, como
con sonrisas, pero muerden al final.
Hacen daño a la salud corporal y,
peor aún, a la salud mental. Cuando
entra el vino, sale la prudencia y
el hombre, dejado en manos de sus
bajos instintos, se toma neciamente
petulante o se enfurece corno un
loco. La bebida, que pasa por ser
una exigencia social, vuelve a los
hombres dañosos para la sociedad.
El
hebreo shekhar (nota del traductor)
significa bebida fuerte (lo que
llamamos licor). Los escritores del
N. T. (no los LXX) lo vertieron por
síkera, licor fermentado, pero la
Vulgata lo transliteró en sicera,
sidra, vocablo que todavía se halla
en algunas versiones. Esta bebida
fuerte, en realidad, se preparaba
mediante la fermentación, no de
manzanas, sino de dátiles y,
especialmente, de granadas (V. Cant.
8:2).
Versículo 2
Una vez
más (V. 16:14; 19:12) se insiste
aquí en el peligro que encierra el
suscitar la ira de reyes y
príncipes, contra los que no hay
apelación a poder superior humano.
Por eso, el terror que produce es
gráficamente comparado al miedo que
inspira el rugido de un león cuando
está a punto de lanzarse sobre su
presa. El que los provoca peca
contra su vida (Lit.), es decir, la
pone en peligro.
Versículo 3
De
ordinario, se cree listo el hombre
que se resiente de una afrenta y
toma rápida venganza de ella, pero
los que de esta manera son muy
puntillosos, se crean
innecesariamente enemigos y daños.
En cambio, es un honor para el
hombre evitar la contienda, porque
abandonando una disputa y perdonando
una injuria, se mantienen la paz y
los amigos.
Versículo 4
El
labrador perezoso se abstiene de
arar en invierno por temor al frío.
En vano, pues, mendigará en verano
cuando los diligentes traigan con
gozo sus gavillas a casa.
Versículo 5
Por muy
ocultas que sean las intenciones de
los hombres (V. en 18:4 el
significado de aguas profundas),
siempre habrá hombres entendidos,
especializados en psicología, que,
de diversas formas, descubrirán lo
que los otros tratan de ocultar, lo
sacarán (lit.), como se saca de una
honda vasija el vino.
Versículo 6
El
sentido del proverbio se expresa
gráficamente en el refrán
castellano: Una cosa es predicar, y
otra dar trigo. Muchos aparecen
generosos y hasta prometen ser
generosos, pero cuando llega la hora
de la verdad, se echan para atrás.
Puede observarse que los que se las
echan de filántropos, esto es,
amigos del hombre, se interesan muy
poco en el bienestar de los
individuos humanos.
Versículo 7
El que
es bueno tiene conciencia y, con su
integridad moral, está legando a sus
descendientes una gran bendición
(Comp. Ex. 20:6).
Versículo 8
Un buen
rey, al ser juez supremo de la
nación, puede favorecer la causa del
inocente y deshacer los entuertos de
injustos subalternos. Con su
prudencia, sabe aventar (lit.) todo
mal, separando lo falso de lo
verdadero en las causas que le
llegan; con su mirar significa que,
por su oficio, Dios le ha dotado de
intuición y discernimiento
suficientes para el desempeño de su
cargo.
Versículo 9
Este
proverbio declara una verdad
frecuentemente inculcada en la
palabra de Dios: En esta vida, no
hay nadie perfecto, enteramente
libre de pecado, excepto Jesucristo
(Jn. 8:46; He. 7:26). Por tanto, la
obvia respuesta a la pregunta de
este versículo es: ¡nadie! Los que
se creen sin pecado, se engañan a sí
mismos (1 Jn. 1:8, 10), mientras que
los más santos son los que mejor
reconocen sus faltas y pecados.
Versículo 10
Una vez
más (V. 11:1; 20:23) se pone de
relieve lo abominable que es a los
ojos de Dios la injusticia en las
transacciones. El hebreo dice
literalmente: piedra y piedra
(peso), efá y efá (medida), es
decir, empequeñecidas para vender, y
engrandecidas para comprar. Aquí se
incluyen todas las formas de engaño
y fraude en el comercio.
Versículo 11
El
proverbio enseña una verdad muy
sencilla: Desde la más tierna
infancia, muestran los niños las
líneas caracteriales que señalarán
su conducta durante toda la vida.
Por eso, los padres y maestros deben
observar diligentemente a sus hijos
y alumnos, a fin de descubrir sus
disposiciones e inclinaciones y, de
este modo, dirigirles hacia la
profesión que mejor se aviene con
sus cualidades.
Versículo 12
Este
proverbio es muy sencillo (comp.
Sal. 94:9), pero encierra una verdad
muy importante. Precisamente porque
Dios ha hecho el ojo y el oído, no
sólo hemos de estarle agradecidos
por esos órganos maravillosos, sino
que hemos de servirle con ellos de
la mejor manera.
Versículo 13
Una cosa
es buscar el sueño necesario para el
descanso, y otra es amar el sueño,
como quien odia el trabajo. No ames
el sueño por sí mismo, sino para
restaurarte las fuerzas a fin de que
puedas seguir trabajando con nuevo
vigor y con la mente alerta. Y,
cuando despiertes, no dejes pasar
las oportunidades de obrar el bien y
de aplicarte con diligencia a tu
trabajo.
Versículo 14
¡Qué
bien se las arreglan los hombres
para hacer una buena compra y que
les salga barato! Delante del
vendedor, le quitan valor a lo que
saben que lo tiene: «Malo es, malo
es. Tiene este defecto o el otro: es
demasiado caro. Lo puedo comprar más
barato en otra parte, etc. » Por
otra parte, los vendedores suelen
subir el precio, recomendando sus
mercancías para justificar así el
alto precio que les ponen. Por
tanto, hay falta por las dos partes.
Pero, cuando el comprador consigue
que le den el artículo por el precio
que a él le parece razonable, se
marcha muy contento de la mercancía
y jactándose de sus artes para
llevársela a buen precio.
Versículo 15
Aquí se
da a entender que un malvado o un
necio puede poseer oro y piedras
preciosas en abundancia, pero su
valor es inmensamente menor que la
joya preciosa que son los labios
prudentes (lit. labios de
conocimiento), pues un buen
conocimiento que guíe nuestros
labios para decir la palabra
apropiada (comp. 25:11) es de mucho
mayor provecho para todos, así como
es más escaso que el oro y las
perlas y más difícil de conseguir.
Versículo 16
Repetidamente se advierte en este
libro contra los peligros de salir
fiador por extraños (desde 6:1, en
muchos lugares). Parece ser que en
27:13 se repite a la letra este
proverbio, por lo que los judíos
leen mujer extranjera donde el texto
actual dice aquí extraños. Es
probable que el proverbio, según
piensa Cohen, establezca una
distinción entre el infortunio que
le sobreviene inadvertidamente a un
hombre, quien, por ello, debería ser
tratado con cierta consideración, y
el que le- sobreviene a uno por
estupidez y descuido voluntario del
consejo que se le dio. Añade M.
Henry que los que tienen conexión
con mujeres abandonadas, pronto
llegarán a mendigos; no se les debe
dar crédito ni préstamo sin una
buena prenda. Para el trasfondo del
proverbio véase Ex. 22:25-27.
Versículo 17
Se habla
aquí del alimento obtenido por
medios deshonestos; ese alimento
resultará después duro de digerir,
cuando se descubra el engaño. Puede
aplicarse a todos los placeres y
provechos del pecado (Rashi lo
entiende de relación sexual con
mujer casada), los cuales son
verdaderamente pan de mentira. Son
falsos, robados, pues son fruto
prohibido; y engañan al hombre, pues
no resultan ser lo que prometen. Por
algún tiempo, parecen sabrosos al
paladar, pero después su boca será
llena de cascajo. En algunas
naciones se castigaba a los
malhechores mezclándoles el alimento
con cascajo.
Versículo 18
El
proverbio aconseja consultar a
hombres experimentados cuando uno
proyecta una campaña militar, como
se ve por el contexto (no se trata
directamente de pedir consejo a
Dios). Está claro que va dirigido a
una persona puesta en autoridad
civil o militar. Se repite, con
pocas variantes, en 24:6. Hay
quienes piensan que basta la
valentía para lanzarse a la batalla,
pero la valentía sin la estrategia
no es suficiente para ganar la
guerra (comp. con Lc. 14:31, 32).
Versículo 19
La
primera parte del proverbio es
similar a la del que ya vimos en
11:13. En la segunda parte, hallamos
aquí la exhortación a no juntarse
con tal sujeto, del que se dice
literalmente que abre mucho sus
labios, describiéndole así como a un
individuo que comunica a otros la
información que se le ha dado
confidencialmente. El mal que esta
clase de sujetos puede hacer es
incalculable, poniendo rencillas
entre parientes y vecinos, sembrando
rebeldía y celos contra gobernantes
y pastores, etc. Los aduladores
suelen tener también esté defecto de
chismosos.
Versículo 20
Un hijo
desmandado se va pervirtiendo
gradualmente. Comienza por
menospreciar a su padre y a su madre
y acaba por maldecirlos, desafiando
así a Dios y a su ley, que condena
tal crimen con la pena capital (Ex.
21:17). Por lámpara puede
entenderse, ya sea la vida o el
honor y la estima de los demás, o
muchas otras cosas de las que la luz
es símbolo: Falta de consejo cuando
lo necesite, falta de respuesta de
Dios a sus oraciones, etc.
Versículo 21
El
proverbio se refiere (como en 28:22)
al que se hace rico deprisa y,
probablemente, por medios ilícitos,
engañando a sus padres y privándose
a sí mismo y a su familia del
alimento necesario. Pero una fortuna
que se levanta tan deprisa por esos
medios, también suele derrumbarse
deprisa. Lo que madura antes de
tiempo, se pudre pronto.
Versículo 22
Similar
a 24:29, este proverbio hace una
exhortación que ya aparece en Dt.
32:35 y entra en el N. T. (Mt. 5:39;
Ro. 12:17). A Dios hemos de
encomendar nuestro caso y nuestra
causa (comp. Sal. 37:5, 6). Él hará
valer nuestro derecho y llamará a
cuentas a quienes nos hayan hecho
daño; lo hará del modo apropiado y
en el tiempo conveniente.
Versículo 23
Para
este versículo, véase el v. 10 de
este mismo capítulo, así como 11:1.
Se dice aquí de la balanza falsa que
no es buena a los ojos de Dios. No
debe usarse ni siquiera para engañar
a quien nos haya engañado a nosotros
de modo semejante o distinto.
Tampoco es buena, en realidad, para
el que la usa, pues lo que se
adquiere por engaño no puede ser
verdaderamente beneficioso.
Versículo 24
Este
proverbio parece una cita de Sal.
37:23. Dice Cohen: El sentido es
que, aun cuando una persona tiene
libertad para escoger su camino,
comoquiera que el poder para caminar
le es dado por Dios, Dios podría
retirarle ese poder si su camino es
impropio. En todo caso, se pone aquí
de relieve la constante dependencia
que tenemos de la providencia y de
la gracia de Dios. Nosotros no
tenemos el poder ni la prudencia
necesarios para dirigir, por
nosotros mismos, nuestros pasos, por
eso se nos viene a decir aquí que no
podemos entender nuestro camino, ya
que sólo en la todo suficiencia de
Dios puede apoyarse nuestra
insuficiencia; por eso, se nos
exhorta a encomendar a Dios nuestro
camino (Sal. 37:5).
Versículo 25
Hay aquí
una seria advertencia contra los
votos hechos sin la suficiente
ponderación, reflexionando después
cuando ya no tiene remedio, pues se
ha dado el paso (comp. Ec. 5:4)
¿Tendría Salomón en su mente el
triste caso de Jefté? (V. el
comentario a Jue. 11:30-40). Por eso
dice que es un lazo, es decir, una
trampa. El verbo que corresponde en
hebreo a hacer (lit. decir) a la
ligera ocurre sólo aquí y en Job
6:3.
Versículo 26
El verbo
avienta salió en el v. 8, pero aquí
tiene el significado preciso de
separar a los súbditos desleales de
entre los leales, a fin de que no se
organicen o se rebelen contra él.
Siguiendo con el símil de la era,
dice literalmente que hace volver
sobre ellos la rueda (lit.), es
decir, la de la carreta que se usaba
para trillar (comp. Is. 28:27).
Versículo 27
El alma
del hombre, a diferencia de la de
los brutos animales, es una luz
divina; es lámpara de Yahweh,
candela que Dios ha encendido en
nuestro interior. La conciencia, esa
noble facultad, es el delegado de
Dios en el alma. Con ayuda de la
conciencia, llegamos a conocemos a
nosotros mismos, aunque siempre con
dificultad. El espíritu humano es
autoconsciente, uno de los elementos
de la personalidad (V. 1 Co. 2:11).
Esta luz es como una candela
suficiente para ver en la oscuridad,
aun cuando no es un sol que todo lo
ilumina. Al escudriñar con ella lo
más profundo del corazón, Dios nos
conoce de modo infinito, exhaustivo
(comp. con Sal. 139:1-12, 23, 24);
nosotros podemos conocemos lo
suficiente para quedar sin excusa de
lo que hacemos u omitimos
indebidamente.
Versículo 28
Un buen
rey ha de tener misericordia y
verdad (comp. con 3:3) para
estabilizar su trono, ejercitando la
justicia con equidad y haciéndose de
querer de sus súbditos (comp. con Is.
16:5).
Versículo 29
Tanto la
juventud como la ancianidad tienen
sus ventajas y sus desventajas y,
por tanto, ni los jóvenes deben
despreciar a los viejos, ni los
viejos envidiar a los jóvenes. Lo
mejor de los jóvenes es su vigor
físico; lo mejor de los ancianos, su
experiencia de la vida.
Versículo 30
Muchas
personas merecen reproches duros.
Algunos criminales han de sentir el
rigor de le ley y de la justicia
pública, ya que con ellos no valen
los métodos suaves. El proverbio
enseña el poder medicinal de dichos
azotes: de ordinario, hacen entrar
en razón y llegan a tener efecto
purificador (comp. Sal. 119:71).