Como acabamos de decir, este
capítulo y el siguiente son un
apéndice a los proverbios de
Salomón, pero ambos se llaman
expresamente 'oráculo profético' (lit.
carga, término frecuente en
la literatura profética), por lo que
se tienen también como inspirados.
Este capítulo fue escrito por
alguien que lleva el nombre de
Agur hijo de Yaqué. Tenemos
aquí: I. Su profesión de fe (vv.
1-6). II. Su oración (vv.
7-9). III. Su aviso a los que
perjudican a sus siervos (v. 10).
IV. Cuatro clases de mala gente
(vv. 11-14). V. Cuatro cosas
que no se sacian (vv. 15, 16), y se
añade a ello una severa, pero justa
amonestación a los hijos que se
portan mal con sus padres (v.17).
VI. Cuatro cosas inescrutables (vv.
18-20). VII. Cuatro cosas
intolerables (vv. 21-23). VIII.
Cuatro cosas pequeñas, pero sabias (vv.
24-28). IX. Cuatro cosas
majestuosas (vv. 29-31). X.
Sobre la necesidad de ejercitar el
dominio de sí mismo (vv. 32, 33).
Versículos 1-6
Agur significa 'colector,', pero
de ahí no se puede sacar ninguna
conclusión para identificarle. Se
nombra a Itiel y a Ucal como
a dos de sus alumnos. Según cierto
rabino, se duplica el nombre de
Itiel para 'mostrar una estima
superior a la de Ucal'. Tres son las
cosas que aquí se propone Agur:
1. Humillarse a sí mismo. Antes de
hacer profesión de su fe, hace
confesión de su ignorancia y, en
general, de la debilidad de la pura
razón humana cuando no es iluminada
y gobernada por la fe. Cualquiera
sea la opinión que los demás tengan
de nosotros, debemos tener modesta
(realista; comp. Ro. 12:3) opinión
de nosotros mismos. Agur habla de sí
mismo como de quien necesita una
revelación que le dirija por los
caminos de la verdad y la sabiduría.
VI hombre natural, es decir, el que
se guía por la luz de su naturaleza
corrompida, sin haber nacido de
nuevo, no capta las cosas que son
del Espíritu de Dios (1 Co.
2:14).
2. Ensalzar a Dios e,
implícitamente, al Señor Jesucristo,
pues todas las preguntas que expone
en el v. 4 tienen por objeto mostrar
que, para tener el conocimiento
del Santo (v. 3b), haría falta
subir al Cielo (comp. con Jn. 3:13;
Ef. 4:8). El señor Jesús bajó del
Cielo, volvió a subir y volverá a
bajar por segunda vez. Las preguntas
de este v. esperan, por supuesto,
una contestación negativa, y se
parecen a las que Dios hace a Job en
los caps. 38 y 39 del libro de
Job. La última pregunta del
versículo encierra cierto sarcasmo,
como diciendo: Si conoces bien el
nombre del que hizo todas estas
cosas, quizá sabrás también el
nombre de sus familiares. Deducir de
aquí (nota del trad.) un argumento a
favor de la filiación divina de
Jesucristo es olvidar las normas de
una exégesis seria.
3. Asegurarnos de la verdad de la
palabra de Dios y recomendárnosla (vv.
5, 6). Los alumnos de Agur esperaban
ser instruidos por él en las cosas
de Dios. «¡Ay!», viene a decir él,
«yo no me siento competente para
instruirlos en eso; id a la palabra
de Dios, porque toda palabra de
Dios es pura» (lit. probada,
acendrada); «acrisolada es la
palabra de Yahweh», leemos en
Sal. 18:30, de donde Agur parece
citar. Por eso, no se le puede
añadir, quitar ni alterar (v. 6),
pues dejaría de ser absolutamente
fidedigna. En su persona y en su
palabra, Dios es escudo,
segura protección para todos los
que en él se refugian.
Versículos 7-9
Después de la confesión y del credo
de Agur, ahora viene su letanía. 1.
El prefacio a su oración: Dos
cosas te pido; no me las niegues
antes que muera (v. 7). Antes de
ponemos a orar, bueno es considerar
lo que necesitamos, y qué cosas son
las que le tenemos que pedir a Dios.
2. La oración. Las dos cosas que le
pide a Dios son: (A) Gracia para su
alma: Aparta de mí falsedad (lit.
vanidad) y mentira. Para vivir
con rectitud, es menester amar la
verdad y la integridad, sin dejarse
engañar por las vanidades de la
vida. (B) Alimento conveniente para
su cuerpo: No me des pobreza ni
riquezas; concédeme mi (diaria)
ración de pan (comp. con Mt.
6:11; 1 Ti. 6:8). Ruega contra los
dos extremos de la abundancia y de
la miseria (v. 8b) y presenta (v. 9)
buenas razones para ello: No sea
que me sacie y te niegue, es
decir, me olvide de que dependo de
ti en todo. La prosperidad da paso
al orgullo y al olvido de Dios, como
si ya no se necesitase de él. O
que siendo pobre (mejor,
empobreciéndome, como en 20:13),
hurte. La pobreza extrema
tienta a la deshonestidad y a
profanar el nombre de Dios (Ex.
20:7), ya sea jurando en falso o
quejándose de la providencia de
Dios.
Los cadáveres de los malhechores no
habían de estar colgados durante
toda la noche, pero antes de que se
hiciese de noche, los cuervos les
sacarían los ojos y los hijos del
buitre (lit.) devorarían el
cadáver.
Versículos 10-14
1. Amonestación contra el pecado de
perjudicar al criado ajeno,
acusándole ante su amo, acto
especialmente reprensible cuando la
víctima es un esclavo, que no tiene
quien le respalde y no le creerán
cuando niegue la acusación. Este
pecado no queda sin castigo (v. 10).
2. Una relación de algunas clases de
personas especialmente abominables:
(A) Jóvenes rebeldes e ingratos que
no quieren soportar el yugo de la
obediencia y maldicen e insultan a
su padres (v. 11). (B) Hipócritas
presuntuosos (v. 12), que se creen
limpios cuando están llenos de
inmundicia por dentro (comp. 16:2;
Le. 18:11). (C) Orgullosos altivos
(v. 13). Los párpados levantados en
alto significan el desprecio con que
miran a sus semejantes (parecido a
la frase 'mirar por encima del
hombro'). (D) Codiciosos
insaciables, de 'dientes grandes' (lit.
El mismo vocablo hebreo de Jl. 1:6),
como bestias de presa, que abusan de
su poder para explotar sin compasión
a los desvalidos.
Versículos 15-17
1. Aunque Agur menciona cuatro cosas
que no se sacian, en realidad son
cinco, pues implícitamente dice lo
mismo de la sanguijuela (v.
15), cuyas dos hijas, según
Cohén, son las dos aberturas por las
que la sanguijuela chupa la sangre.
En el original hallamos: «... dos
hijas: Dame, dame», por lo que
puede entenderse de dos maneras: (a)
como una exigencia, según lo
interpretan la mayoría de las
versiones; (b) como los nombres de
las dos hijas; sus dos nombres
iguales denotan idéntica
disposición. Cuatro veces en este
capítulo, a tres cosas se añade una
cuarta (comp. con Am. 1 y 2, donde
ocho veces se añade a tres pecados
un cuarto), lo que tiene el
significado de 'colmar la medida'.
2. Las cuatro cosas restantes aquí
(v. 16) son: (A) El sepulcro
(hebr. Sheol, morada de las
'sombras'), que se va tragando a
todos los que nacen, sin devolver a
ninguno, excepto al Señor. (B) La
matriz estéril, en el sentido de
que no se sacia el deseo de la mujer
de tener hijos, llegando a preferir
la muerte a la esterilidad (V. Gn.
30:1) (O La tierra sedienta
de agua, puesto que el suelo depende
del agua para ser fértil; esto tiene
especial significado en países donde
el calor aprieta, como en Palestina.
(D) El fuego que
codiciosamente se apodera de todo
objeto combustible.
3. Añade una terrible imprecación
contra los hijos que menosprecian a
sus padres (v. 17). Se menciona al
ojo por ser como la ventana
por la que se muestran los
sentimientos interiores de la
persona. A estos hijos que se mofan
de sus padres cuando éstos les
reprenden, Agur les desea que los
cuelguen tras muerte violenta (V. Dt.
21:18-23).
Los cadáveres de los malhechores no
habían de estar colgados durante
toda la noche, pero antes de que se
hiciese de noche, los cuervos les
sacarían los ojos y los hijos del
buitre (lit.) devorarían el
cadáver.
Versículos 18-23
1. Un relato de cuatro cosas que son
demasiado maravillosas para ser
comprendidas; mejor dicho, no se
pueden saber porque no dejan rastro
visible de su acción: (A) El rumbo y
la rapidez del águila (aun cuando el
vocablo es el mismo del v. 17, donde
significa 'buitre'). (B) Sobre la
arena se puede descubrir el rastro
de la culebra, pero no si se ha
deslizado sobre una peña. (C) La
nave en el mar deja, por un momento,
una estela de espuma que pronto
desaparece. (D) El rastro del hombre
en una doncella suele entenderse
comparándolo con el contexto del v.
20. La interpretación rabínica
difiere algún tanto en cuanto a (A),
(B) y (D): Resulta misterioso el que
un ave tan pesada como el buitre
vuele por largo tiempo sin caerse,
el que una serpiente pueda moverse
rápidamente sin pies, y también es
un gran misterio la procreación.
2. El v. 20 tiene cierta semejanza
con la cuarta de las cosas ocultas
del v. 19. Ambas encierran una
especial iniquidad: El hombre que
usa de todas sus malas artes para
seducir y violar a una doncella es
tan abominable como la adúltera que
emplea todos los medios posibles
para que su pecado permanezca oculto
a los ojos de los demás.
Come del fruto prohibido y se
limpia la boca. Con todo
descaro, se opone incluso a su
propia conciencia, diciendo: No
he hecho nada malo. Así es como
grandes multitudes arruinan su alma
llamando bien al mal y acallando las
convicciones con el intento de
justificarse cada uno a sí
mismo.
3. Un relato de cuatro cosas que
resultan intolerables, cuatro clases
de personas que perjudican de modo
especial: (A) El esclavo que llega a
reinar (comp. con 19:10), caso que
no era raro en la antigüedad
(V. 1 R. 16:9 y ss.), pues suele ser
la persona más insolente e
imperiosa. (B) El necio que se sacia
de pan, que llega a hacerse rico
(comp. el v. 9 en su primera parte).
(C) La mujer aborrecida (lit.)
no es la soltera que ha tenido que
esperar mucho tiempo a que alguien
se enamorase de ella, sino la esposa
de un bígamo que la tiene en menor
estima que a otra, como fue el caso
de Jacob con Lea (Gn. 29:31); cuando
la desdeñada recupera el afecto de
su marido, resulta desdeñosa. Tanto
Lea como Raquel mostraron su
recíproca rivalidad en los nombres
que les ponían a sus hijos. (D) La
criada que ha conseguido de su
señora que la hiciese heredera de
toda su hacienda se vuelve
imperiosa, intolerable y hasta
maliciosa, pues piensa
constantemente que la dueña le
escatima algo. Todos aquellos a
quienes la Providencia ha concedido
o permitido prosperar desde bajos
comienzos hasta los más altos
puestos, deben velar con diligencia
contra el orgullo y la altivez.
Versículos 24-28
1. Después de haber enumerado cuatro
cosas que parecen grandes y, sin
embargo, son despreciables, pasa
Agur a enumerar cuatro cosas que son
pequeñas y, sin embargo, admirables,
grandes en miniatura. Estas cuatro
cosas nos enseñan: (A) A no admirar
el volumen, la belleza o la fuerza,
sino a juzgar a los hombres por su
sabiduría, rectitud y laboriosidad.
(B) A admirar el poder y la
sabiduría del Creador en los
animalitos más viles e
insignificantes; en una hormiga, lo
mismo que en un elefante. (C) A
reprochamos a nosotros mismos por no
actuar en favor de nuestros
verdaderos intereses con el mismo
esfuerzo y la misma tenacidad que
esos animalitos ponen para lo que
les conviene. (D) A no despreciar
las cosas pequeñas de este mundo,
pues dentro de un cuerpo pequeño
puede habitar extraordinaria
sabiduría, ya sea por instinto, como
en los animalitos, o por gracia,
como en las personas.
2. Las cuatro cosas que, en este
apartado, especifica Agur son: (A)
Las hormigas, tan pequeñas y,
al mismo tiempo, tan fuertes,
hábiles, laboriosas y organizadas
(comp. con 6:7, 8). Sin fuerza
(lit. no fuerte) se las
llama por comparación con otros
animales, pero no es porque no
tengan más que suficiente fuerza en
comparación con su propio tamaño.
(B) Los damanes, de tamaño
muy inferior al de los conejos, y
muy tímidos, pero que muestran un
instinto extraordinario en el modo
de construir sus nidos en las
hendiduras de las rocas. (C) Las
langostas que carecen de rey o
reina, de la que no carecen las
abejas y, sin embargo, van en
bandadas, como en regimientos
(comp. con JI. 2:2 y ss.), llegando
a alcanzar tal número que llegan a
oscurecer el sol y devorar, en pocas
horas, todo el verde de una
provincia entera. (D) La araña o
la lagartija, pues el vocablo
hebreo puede significar ambas cosas;
que se agarra con las manos (Lit.),
es decir, se le puede agarrar, y
hasta aplastar, con la mano (ésta es
mejor versión que la de `se
sostiene con sus patas), pero no
se asusta ante la magnificencia de
un suntuoso palacio; habita en
cualquier edificio. Si se trata de
la araña, es de admirar la destreza,
la exactitud y el ingenio que
muestra al elaborar su tela.
Versículos 29-33
1. Enumeración de cuatro cosas que
son majestuosas en su andar: (A)
El león, rey de los animales,
llamado aquí el más fuerte entre
las bestias, que no altera su,
paso ni su marcha por miedo a nadie
que pueda hacerle frente. (B) El
original dice (no se puede asegurar
de cierto): El ceñido de
lomos. Las versiones modernas
identifican a este segundo animal,
no con el caballo, sino con el
gallo que se contonea delante de
las gallinas (M. Henry, nota del
traductor, siguiendo a la A.V.
inglesa, lo traduce por galgo o
lebrel; en inglés, greyhound).
(C) El macho cabrío que
marcha al frente del rebaño con su
barba y con la altiva mirada con que
recibe a cualquier desconocido. (D)
El rey cuando marcha al
frente de su ejército. Del león,
hemos de aprender a no asustamos ni
arredramos ante las dificultades;
del gallo, dignidad y
presteza; del macho cabrío, a
velar por los que tengamos a nuestro
cargo; y del rey, a tener
nuestros hijos en sumisión con
seriedad y afecto; y de todos ellos,
a caminar con dignidad.
2. Un aviso a dominar nuestro genio
en todo tiempo y bajo cualquier
provocación (vv. 32, 33). Hemos de
humillamos siempre que se nos acuse
justamente de alguna falta; en lugar
de insistir en nuestra inocencia o
enaltecer nuestra posición, mano
a la boca (Lit.). Si hemos
albergado el pensamiento de hacer
algún mal, arrepintámonos y no
dejemos que lo malamente pensado sea
expresado al exterior, pues eso
demuestra pleno consentimiento en el
mal. Provocando la ira con
insinuaciones malévolas se causa
contienda, de la misma manera
que la violenta agitación de la
crema de la leche produce cuajada,
esto es, leche cortada, y el
sonarse demasiado fuerte las narices
puede provocar hemorragia. Los
ánimos se van calentando más y más
cuando no se dominan las pasiones;
una palabra airada engendra otra,
hasta que se acaba en una enemistad
irreconciliable.